En ocasiones no nos sentimos comprendidos. Tenemos la sensación de que no nos escuchan. Queremos mejorar la comunicación, pero lo que pretendía ser una conversación, con demasiada frecuencia termina en una discusión. «¿Cómo te hablo para que me entiendas?»

Hay parejas que incluso tiran la toalla, ya ni siquiera discuten. Viven encerrados en su mundo interior. Acaban teniendo vidas paralelas.

Verbalizar nuestros sentimientos, contar lo que nos pasa, expresar nuestras necesidades o nuestros deseos, a veces no nos resulta fácil.

Quizás, en ocasiones, nos sentimos incomprendidos, pero a veces, el verdadero problema es que no nos comprendemos a nosotros mismos y esto hace imposible hacernos comprensibles para los demás.

A lo mejor pretendemos que nos adivinen, que se adelanten a nuestros requerimientos.

Admitámoslo, sería mucho más efectivo que pidiéramos claramente lo que necesitamos. Que expusiéramos con sinceridad lo que anhelamos.

Tenemos que ejercitarnos en expresarnos con claridad, de manera que el otro sepa lo que quiero decir, lo que espero de él.

Y para eso, lo primero es parar y pensar: ¿Qué me pasa?.

¿Estoy contento, ilusionado o emocionado?.

¿Estoy enfadado? ¿Triste? ¿Frustrado? ¿Humillado? ¿Desesperanzado? ¿Cansado?.

Para. Mira en tu interior. ¿Cómo te sientes?.

Y luego: ¿qué ha motivado estos sentimientos? ¿Por qué estoy así?.

El primer paso para comunicarnos es saber qué queremos decir.

Piensa lo que quieres decir.

Busca el momento oportuno.

Habla con serenidad.

Muchas veces, las discusiones se producen, no porque no estemos de acuerdo en algo, sino por la manera (por la mala manera) de transmitirlo.

Si una persona se siente atacada, instintivamente se pondrá a la defensiva.

Habla desde tus propios sentimientos. Utiliza “frases yo”. Es mejor decir “me siento mal cuando no me preguntas por cómo me ha ido el día” que decir ¡te importa un bledo lo que me pasa!”.

Por lo tanto, para y piensa cómo te sientes y qué ha motivado esos sentimientos. Luego convierte el malestar, la queja, en un deseo. Y finalmente, concreta ese deseo en una petición.

Por ejemplo, si estás enfadado porque piensas que todo lo haces tú, reflexiona sobre qué solucionaría esa insatisfacción: “me gustaría que compartiéramos las tareas”. Luego concreta la petición: “Me siento sobrecargado, ¿podríamos distribuir las tareas para hacerlas entre los dos?» o “¿podrías encargarte de … para que yo pueda tener tiempo de hacer esto con más serenidad?»

Es mejor transmitir una petición que una queja.

Prueba a completar la tabla con tus propias quejas. Rellena las tres casillas. Utiliza la tercera columna cuando quieras hablar con tu pareja.  Luego, cuéntame tus resultados.

¡Ten un buen día!