Muchos de los desencuentros que tenemos los matrimonios giran en torno a los hijos. Esta evidencia nos hace cuestionarnos: ¿los hijos unen o desunen?
De las mejores consecuencias de la incorporación de la mujer a la vida laboral es el reconocimiento de la necesidad de la figura paterna, de su papel activo y determinante en la crianza y educación de la prole.
Las indudables ventajas que esto supone, no sólo para los hijos sino también para sus papás, conllevan algunos retos: ¡hay que llegar a acuerdos!
¿Qué tenemos que tener en cuenta para hacer más fácil el entendimiento en los temas relacionados con nuestros hijos?
1.- ¡Oh sorpresa! ¡Somos distintos!
Cada uno de nosotros tenemos una biología, una educación, una historia personal, que hacen que miremos al mundo desde esa perspectiva. Tenemos una manera de ser y de actuar propia. Y yo tengo derecho a ser como soy. Pero claro, mi cónyuge, padre de mis hijos, también tiene derecho a ser como es.
¿Es esto una dificultad?. Evidentemente es un reto. Pero también es una riqueza para nuestros hijos.
«Las fortalezas están en nuestras diferencias, no en nuestras similitudes», escribe Stephen Covey en «Los siete hábitos de las personas altamente efectivas”.
La madre, por regla general, introduce al hijo en la esfera más íntima. Asume, sin proponérselo, el mundo de los afectos.
El padre, sin embargo, tiene más facilidad para abrirle al mundo exterior, le proporciona el estímulo que necesita para conquistar independencia.
Ambos aspectos son necesarios. El equilibrio personal de nuestros hijos está en la combinación de las dos cosas. Nuestros hijos construyen su propia identidad con el aporte diferente que su papá y su mamá hacen en su vida y que enriquecen su persona.
2.- Los dos queremos a nuestros hijos.
No podemos olvidarnos de esto. Mi cónyuge quiere a sus hijos, quiere para ellos lo mejor.
Es verdad que a veces no coincidimos en qué es lo mejor. Por eso es indispensable la comunicación, sobre todo la escucha empática: “¿Por qué es esto tan importante para ti?” «Ayúdame a entender porque estás tan convencido de esto»
Nuestras limitaciones, miedos o frustraciones nos pasan factura, también en el trato con nuestros hijos.
Si entrenamos una buena comunicación con nuestra pareja, podremos detectar nuestros miedos e inseguridades. Ese puede ser el primer paso para superarlos y la mejor forma de no transmitirlos a nuestros hijos.
Cuando nuestros hijos no responden como nosotros esperamos, pueden aparecer la frustración o la culpa.
Existe entonces la tentación de echar la culpa al otro de lo que nos gustaría que fuera de otro modo. Los reproches entre los padres nunca conseguirán mejorar la situación, sino todo lo contrario. Una vez más, una buena comunicación hará que podamos revisar qué está pasando y qué podemos hacer para corregir el rumbo.
3.- Diferentes visiones, mismo criterio, única autoridad.
Aunque nuestra manera de enfocar las cosas, incluso nuestras prioridades, sean distintas, nuestros hijos necesitan de una unidad de criterio. Tienen que saber a qué atenerse, conocer claramente cuales son los límites. Esto les aporta seguridad.
Los padres deben consensuar unas normas. Pocas pero firmes. Y ambos progenitores deben hacerlas suyas para poder aplicarlas siempre.
Hay además dos criterios fundamentales que los padres no deben olvidar:
- Nunca hables mal a tus hijos de su padre/madre.
- No le quites la autoridad.
4.- Somos un equipo.
Nuestra manera de ser, nuestras fortalezas y nuestras debilidades, nos hacen más efectivos en una parte concreta del campo de juego, pero los dos somos necesarios. Precisamente porque somos distintos nuestro equipo es mejor.
Lo importante es que tenemos un objetivo común. Ese objetivo es lo que da sentido a nuestros esfuerzos. Lo que aporta unidad a nuestro equipo, su razón de ser.
La felicidad de nuestros hijos, dependerá de nuestra coordinación en el campo, no de nuestra misma forma de hacer las cosas.
«Seguimos trabajando. La liga es larga y estamos todos juntos en las victorias y en las derrotas, eso es lo más importante”: Claudio Beauvue, jugador del Leganés después de una derrota frente al Real Madrid.
Claro que los hijos unen. Como une el objetivo al equipo. Juntos en la victoria y juntos en las derrotas. Nuestros hijos necesitan nuestra unidad.

un poco de humor

Deja tu comentario