Después de todo un curso fuera, mis hijos acaban de aterrizar en casa.

Estos nueve meses sin ellos han sido toda una experiencia que me ha hecho reflexionar en esa etapa de la familia donde los hijos vuelan, el nido se queda vacío y la pareja no tiene más remedio que mirarse a la cara.

Durante este tiempo en que los niños han estado fuera, mi casa ha estado más silenciosa, más ordenada, más aburrida, mas tranquila.

Ahora estoy feliz de que ellos estén en casa de nuevo. Quiero disfrutar del tiempo que nos quede de estar todos juntos, aunque esto suponga que la nevera esté más vacía y el cesto de la ropa sucia mucho más lleno.

Sin embargo, reconozco que este tiempo los dos solos ha sido maravilloso.

Durante estos meses, el ritmo de la casa y de la vida de mi marido y mía, se ha pausado un poco. Se ha simplificado lo doméstico y han disminuido las tensiones diarias. Un hijo que llega tarde y te impide dormir del tirón, un cuarto desordenado, una cena sin recoger … todas esas pequeñas cosas de la convivencia diaria con los hijos jóvenes, nos desgastan.

Estar más tranquilos en esos aspectos, nos ha permitido estar más descansados, tener más energía para cuidarnos nosotros y entre nosotros, en definitiva para querernos. Para amar es mejor no estar muy agotado.

Disponer de algo más de tiempo para uno mismo y para la pareja,  permite trabajar mejor la relación. Tener más calma en el día a día,  da la serenidad interior que posibilita mirarte a los ojos, conversar con pausa, hacer más planes de ocio juntos, tener relaciones más gratificantes.

Tener el nido vacío permite, en definitiva, tener más espacio para nosotros.

A veces, priorizamos a los hijos hasta el punto de descuidar la relación de pareja. No somos conscientes del todo, de que lo mejor para nuestros niños, lo que les aporta la estabilidad que necesitan para madurar sanamente, es la relación (la buena relación) entre sus padres.

Es evidente que tenemos que cuidar a nuestros hijos, pero ¿tenemos igual de claro que tenemos que cuidar nuestro matrimonio, que tenemos que cuidar nuestra relación de pareja?

Es conveniente llegar a la etapa en que los hijos se van de casa, con solidez en la relación, con conocimiento profundo de uno mismo y de su cónyuge, con capacidad para dialogar y flexibilidad para tolerar las diferencias y con cierta inclinación a reírse de los mutuos errores.

El momento de volver a estar solos en casa, nos brinda la ocasión de reforzar la creatividad, de iniciar alguna actividad y de encontrar nuevos desafíos en la vida matrimonial.

Invertir en la relación de pareja tiene una altísima rentabilidad, haciendo que lleguemos al nido vacío con la posibilidad de hacer de él un confortable lugar donde el matrimonio disfruta juntos.

¿Estás ahí emocionalmente para mí?