El autocuidado.

Cuando quieres a alguien te preocupas por su bienestar, por su salud, por su felicidad.

La medida del amor está en el cuidado, en atender las necesidades de la persona a la que amamos, en buscar que se sienta bien. Puedes saber cuánto quieres a una persona viendo cuánto la cuidas.

Y tú: ¿Te quieres? ¿Te cuidas?

Muchas veces estamos muy volcados hacia afuera, muy pendientes de atender a los que nos rodean. Y eso está bien. Pero no podemos olvidarnos de nosotros mismos, de nuestro autocuidado.

¿Sabes qué cosas te hacen sentir bien? ¿No podrías mejorar tu autocuidado?

¿Descansas? ¿Duermes lo suficiente? ¿Haces ejercicio, paseas, estás en contacto con la naturaleza?.

¿Lees algo interesante, escuchas música o aprendes algo nuevo?. Dejarse sorprender, salir de la rutina, plantearse un reto, pueden ser cosas muy estimulantes.

Ríete, aunque sea escuchando un podcast divertido; sustituye pensamientos negativos por afirmaciones positivas; no dejes que tu mente se ensucie con críticas, miedos o reproches. No podemos impedir que un pensamiento llegue a nuestra cabeza, pero sí podemos darle salida a penas somos conscientes de que no nos hace bien. Leí hace poco que, en alguno de los países nórdicos (no recuerdo en cual), los niños trabajan en el colegio la higiene mental: retener sólo dentro de nuestra cabeza los pensamientos que nos hacen bien. Los que nos perjudican, si no los alimentamos, morirán por inanición.

Y uno de mis «autocuidados preferidos»: ¡No hacer nada!. Tenemos que tener tiempo para soñar, sin actividades programadas, sin remordimientos por las cosas por hacer. Descansa tu mente. Sin móvil. Sin ruido. Disfruta del silencio. Medita, reza, contempla.

Haz una lista de cosas buenas en tu vida o antes de dormir piensa algo para agradecer hoy. Todas las personas felices que conozco son personas agradecidas. Una ducha caliente, el café de por la mañana, unas sábanas limpias, el sol en la cara, la cena de hoy, saber leer, ver los árboles del parque …. ¡¡¡¡Cuántas cosas para dar gracias!!!

Rodéate de gente positiva y cuando tengas que estar con alguien negativo, compadécete de esa persona, escúchale con cariño porque es seguro que lo pasa mal, y agradece que tú puedes focalizar lo positivo que hay en tu vida, que sin lugar a dudas está ahí.

No hay persona más desgraciada que la que gira al rededor de sí misma. Por tanto, piensa en los demás, sé generoso, preocúpate por los que te rodean.

Pero no olvides atender tus necesidades.

Cuando no te encuentres bien, PARA. Dedica un poco de tiempo a conectar con tu interior y piensa ¿Cómo me siento? ¿Estoy triste, enfadado, cansado, nervioso? ¿Me siento solo, poco valorado, acorralado, asustado? ¿Me siento inseguro, culpable, desesperanzado, rabioso? ¿Estoy decepcionado, nostálgico, sin fuerzas o agobiado?.

Es importante poner nombre a nuestros sentimientos, concretarlos. Y luego piensa: ¿Por qué me siento así?. ¿Qué causa este sentimiento?. Detrás de un sentimiento que nos hace sufrir es probable que haya una necesidad no cubierta. Si descubres cuál es esa necesidad podrás hacer algo para atenderla.

A veces, demandamos constantemente a nuestra pareja porque no sabemos cuidarnos o atender nuestras propias necesidades. Ten claro qué te hace sentir bien, cómo puedes cuidarte. Trátate con cariño. Eres una persona muy importante. ¡Quiérete!.

 ¿Generan tus sueños un conflicto de pareja?